Nuestras estrellas...
Un 25 de diciembre. La
mañana se presenta bien. Son las 9 horas y nadie por la calle. No se me ocurre
modo mejor de pasar el día de Navidad que con “mis” chuchos…Hace frío. Al
llegar al albergue, los ladridos de los casi 100 perros que tenemos me dan la
bienvenida. Dejo a Pani y a Tristán-mis “chicos”-con los 3 perrillos que
tenemos fuera-no cabe dentro de las
instalaciones- y me pongo manos a la obra. Lo primero, cambiarme de ropa y
mirar la medicación que hay que administrar a varios animales, mirar las
novedades y las incidencias del día anterior: alguna adopción-pocas veces-,
nuevas entradas-siempre hay alguna-, llamadas de particulares demandando
nuestra ayuda, que no siempre podemos darles, avisos de la Policía o la Guardia
Civil…Después, preparo los productos de limpieza, los guantes y…ADELANTE! Me
esperan 5 horas limpiando, medicando, atendiendo al público…pero lo primero, lo
primero de todo, saludar a los chicos: 100 repartidos en las 18 jaulas
exteriores, mas los cachorros en la jaula del pasillo habilitada para ellos,
otros ubicados en el almacén, a veces hemos tenido animales hasta en el
lavadero y el botiquín. La primavera y el verano son especialmente duros por
aquí, ya se sabe, se regalan cachorros en Navidad-¡son tan monos!- y se
abandonan en primavera, en vacaciones, porque han crecido y molestan…
Normalmente limpiamos en pareja,
pero en los últimos meses, al ser voluntarios todos los que gestionamos la
protectora, estamos teniendo obligaciones, laborales sobre todo, que no siempre
nos dejan dedicarle al albergue todo el tiempo que nos gustaría y, muchas
veces, una sola persona hace el trabajo de dos o incluso tres…¡en fin!, es lo
que hay…es duro, cansado, pero merece la pena.
Estoy limpiando a los cachorros
del almacén, una camada de 6 bellezas que nos llegaron hace unos días en una
caja de cartón, sucios y llenos de pulgas, cuando suena el teléfono. La
policía. Ha aparecido un galgo en muy mal estado en el arcén de una carretera
secundaria cercana a una pedanía de Jumilla. ¡Dios! Si no hay sitio dónde
meterlo…o le hacemos un hueco o irá a la
perrera de Cieza , en la que lo sacrificarán-de manera nada humanitaria- en unos
pocos días…”Traedlo”, les digo…”¡Joder! ¿Dónde lo pongo? ¿En la caseta de
fuera?...pero la cuarentena…Ya veremos….” Llamo a Cari. Entre las dos
intentaremos ubicarlo lo mejor posible. Y sigo. Yo que pensaba que iba a ser un
día tranquilo…
Salgo al patio a jugar con los
perretes de la jaula de “Ginebra”. Es una perrita que está con nosotros desde
que abrimos. Lindísima, activa, con unos ojos que te roban el corazón, pero con
tanto miedo a que la toquen que se hace casi imposible que algún día pueda ser
adoptada. Como Moma, también desde el 2009 con nosotros. Tras perseguirles un
rato y ponerme de barro hasta las cejas, sigo limpiando…Ladrillos y ojillos que
te miran con devoción, con ternura, con auténtico amor, acompañan mi tarea.
¡Todos merecen el mejor hogar del mundo! Xana, Gordo, Brandi, Reco, Nacho,
Alonso, Guapa, Manchitas, Marco, Momo, los ovejeros….¡TODOS! Y por todos
estamos aquí y trabajamos. Por ellos y por los que aún no han tenido la suerte
de ellos y vagan por calles, carreteras, campos…Y recogiendo a Alonso y a sus
“compas”, el timbre…¿A las 12.30h?¿Cari? No, ella tiene llave. La policía…No.
Un particular. Un señor con su hija pequeña que se han acercado para sacar a
algún perro de paseo, como hace tan buena mañana…Humm…estoy sola y…bueno…Les
dejo esperando y les preparo a 2 perros que saben pasear-no todos saben- Perla
y Nacho. “¿Cuándo cierras?” “No antes de las 14h”. “Gracias”, me dicen. Y los
alejarse tan contentos. A los cuatro. ¡Hala, a seguir con el curre! Y vuelvo
dentro, a terminar. Sin embargo, al rato…¡RING! De nuevo el timbre. Menos mal
que sólo me quedan dos jaulas y el patio y como los cachorros del almacén ya
están limpio..¡uff! La policía con el galgo, galga mejor dicho. Está delgada en
extremo, medio coja y asustadísima…¡ven, preciosa! Entre los 3 la entramos a la
sede. Les doy las gracias y les pido unos datos para rellenar el registro de
entrada. “¿Qué hago contigo?” Nombre: …la miro a los ojos…Tigra, porque su
pelaje es atigrado…”Hola Tigra”. Es mansa,
dulce, se deja hacer. Termino la ficha, la desparasito, le pongo comida
y agua y le apaño unas mantas para que se acomode. La dejo en el lavadero hasta
que llegue Cari. Son casi las 14h. Oigo
la puerta. Es Cari. Feliz Navidad, 2 besos y al lío. Le enseño a Tigra. La
acaricia, le habla, la examina con extremada delicadeza…Me mira como diciendo
“Qué hacemos?” Me encojo de hombros. Decidimos que pase unos días en la parte
interior del patio y, si evoluciona bien, irá a la caseta de la entrada con los
otros tres..
“¿Ya está todo?” “Sí, sólo falta
que vuelva Perla y Nacho.” “Ok, esperaremos, dúchate, ya acabo yo.” Y las
14.30h, cinco horas y media después de haber llegado por la mañana, Cari y yo salimos del albergue acompañadas de mis
2 “bestias”, mis angelotes negros, de los que no me separo a menos que sea
imprescindibles. Que adopté de 4 Patas. ¿O ellos me adoptaron a mí?…Todo dentro
está en orden. Limpios, medicados, acariciados…Hay una nueva compañera que
descansa, a salvo ya, en su mantita. Otro día más en la protectora. 25 de Diciembre. Pero podría haber sido 3 de
marzo, o 14 de mayo o 30 de enero…Cacas, pises, llamadas, denuncias,
medicación, miradas de esperanza, luchar para darles un hogar, discutir con los
que no nos entienden, organizar papeles, viajes, pasaportes…Cansado,
estresante, muchas veces abrumador…sin embargo, ¿sabéis qué? Merece la pena,
siempre merecerá la pena.
Ha sido una buena mañana. De las
mejores maneras que se me ocurren de pasar el Día de Navidad.
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