"Volar" en Nepalgunj


…Y notas en la cara el aire fresco y el sol.¡Libertad!Jajajaja…¡Plaf!, de pronto un frenazo. Nos hemos metido en un atasco. Shada, mi compañero, trata de meterse por los huecos para seguir avanzando. Yo me agarro a él todo lo fuerte que puedo teniendo en cuenta el necesario recato que hay que hay que mantener aquí, una mano en el hombro, crispada, la otra aferrada a la parte de atrás de la moto. Zig-zag, zig-zag…”lentamente” ganamos posiciones con respecto a los demás ocupantes de la calzada, véase carromatos, rick-chows, buses, bicis, bicis, mas bicis, algún cochazo de la UN, USAID o Plan International, motos como la nuestra, bueyes, ocas, asnos, perros, cabras, caballos, seres humanos-a pie-…¡Y es así todos los días! A veces nos pilla siendo los pasajeros de un sufrido rick-chower, otras, como hoy, “cabalgando” en la Yamaha de la fundación. Y confieso mis preferencias por la Yamaha, aún a riesgo de exponerme más  a los peligros de la carretera porque Shadab es un loco al volante, gracioso, amable y encantador muchachito de 21 años que se desvive por mí, por nosotras, a cada momento, pero temerario hasta extremos de tener que ahogar un grito de pánico ante un adelantamiento o de clavarle las uñas en los hombros y meter la cabeza entre mis brazos y su espalda para protegerme ya que no llevo casco, el copiloto NO LLEVA CASCO!! Aún con todo y eso, me encanta ir a las escuelas así. Ves, sientes, oyes, piensas distinto. La perspectiva es diferente. No sabría explicarlo…Estás dentro. Estás con alguien. Compartes un lenguaje de movimientos, miradas, tensión, risas, con Shadab, charlas sobre trabajo con Akram, el coordinador, más serio…Vives la ciudad, la cercanía durante el trayecto te hace cómplice de la otra persona. Sin apenas contacto físico. Solamente la voz, una palmada suave en la espalda, una mirada por el espejo retrovisor…Sientes que la calle es tuya. La ciudad, de común abigarrada, agobiante, estrambótica, por unos minutos se transforma en un caledioscopio de calles, tiendas, avenidas vestidas con los brillos de las “bangles”(pulseras hindúes), los collares de flores, las katas de seda de cien colores, los montones de especias tintadas para llevar como ofrenda a los templos expuestas en el Baazar de la calle principal, los cachivaches de latón y cobre, el blanco de los vendedores de dahí-yogurt casero- y el dorado de las samosas-empanadillas de patata y lentejas-..Nos dejamos envolver por las llamadas a la oración de la mañana desde los minaretes de las muchas mezquitas de Nepalgunj, los ladridos de los perros, los cláxones, alguna sirena lejana, la risa de niños jugando en la calle…

Galimatías de sensaciones, sobreexposición de los sentidos a tanto barullo, poros abiertos al 100%...

Al pisar suelo por fin, en el patio de la escuela, leve bronca a mi compañero por haber ido tan rápido…Me mira risueño, con el casco en la mano. Sus ojos centellean pícaros. Yo le devuelvo la mirada, divertida. Una palmada amistosa en el antebrazo. “ For me, the next time”-y le señalo el casco- “ Yeah- me contesta-The next time.” Y nos echamos a reír.

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