Aún mucho...

El mandar el e-mail definitivo a la organización después de más de dos semanas de contenerme ha sido liberador. No sé que reacción producirá en Barcelona. Sé que tenía que hacerlo, moral y mentalmente hablando. La experiencia de descubrir un Nepal totalmente diferente al que me esperaba, con el que tantas veces había soñado y del que tanto he oído hablar, está siendo de las mejores de mi vida, me está cambiando por dentro, dándome la vuelta como un calcetín viejo...Tal vez era este el modo en que tenía que vivir Nepal, tal vez esta era la manera. El que el proyecto haya sido un fiasco educativamente hablando ha desencadenado que todos los poros de mi piel estén abiertos al 100% para sacar provecho al 100% también de todo lo demás: la gente, los colores, la comida, los paisajes, la soledad de las noche,el aburrimiento, lacerante muchos días, atroz en ocasiones, las decenas de paseos con Belén, las charlas con Akram, los tumultuosos e incómodos pero memorables viajes en bus, los atardeceres de Bardya y las brumas de Tansen, la decepcionante Lumbini, llena de templos en honor a un Budha a medida del país que costea su construcción, y con el cual, creo yo, el auténtico Sidartha no se identificaría, la inhumanidad de las callejas de Nepalgunj, pobladas de niños que orinan entre basura, de animales asustados, heridos, de gente con prisas para llegar a ningún sitio...

Todavía por delante las semanas en Katmandú. Ansiando caminar por sus calles y admirar sus templos, aún a sabiendas que ya no tendremos los maravillosos ocasos de las afueras de Nepalgunj ni nos esperan aldeas sacadas como de un cuento a apenas un par de kilómetros de casa...pero nos esperan las pagodas, la Durbar Square, el Orchid Garden, Machkyas y Savant...mucho..aún queda mucho...

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