Thamel

Pasear por Thamel es como pasear por la Pta. del Sol, o como las Ramblas de Barcelona, atestadas las calles de hordas de turistas vestidos de las maneras más variopintas y, en muchas ocasiones, ridículas: grandes pañuelos, pantalones multicolores, camisetas con los ojos de Budha, gorros llenos de trenzas y lacitos, tikhas en la frente, chanchas con calcetines, ...hablando en voz en voz alta, mucho, casi a gritos algunas veces..Crisol de lenguas y comportamientos, el barrio más "tourist" de Katmandú es nuestra "zona de confortabilidad", apenas salimos de ahí salvo para trabajar o ver algún monumento. Nothing else, or almost. Precios, restaurantes, hoteles, a la medida de la West People. Ropa de montaña,  supermercados, agencias de viajes, pubs irlandeses...Tienes que alejarte de Thamel para poder encontrar algún negocio nepalí que no sea uno pensado por y para nosotros. Los locales nos han cogido bien el pulso: blanquitos , japonenes, chinos, israelíes, con los bolsillos llenos de rupias, dispuestos a gastar, a comportarse y a hacer lo que  y como no pueden en su país. O al menos esa es la impresión que yo tengo cuando veo a jóvenes rubios y gesticulantes dando voces en medio de la calle vestidos como auténticos mamarrachos-sí, lo sé, te vas a Mallorca o a Tossa de Mar y es o mismo, pero aquí como que choca mas, sobre todo porque alguno que otro parece la reencarnación de un lama, túnica granate y cabeza rapada incluida- o a españolitos gordetes y malhablados embutidos en forros Norhface regateando el precio de alguna baratija en la calle, o y jactándose de que ha logrado un precio "cojonudo"cuando probablemente haya sido más bien al contrario-no estoy diciendo que los comerciantes nepalís engañen, inflan los precios, as usual, como los inflan en la Plaza Mayor o el Borne de Barcelona- o cuando cada tres metros puedes degustar un plato de pasta italina, pizza, tapas españolas...No quita esto que sea un barrio exótico y vibrante, lleno de vida y de sabor mestizo, en el que te pierdes a poco que no estés atento por sus mil y un recovecos, los ojos se te van detrás de los centenares, miles de productos de sus tenderetes, escaparates, en el que la opulencia de Mandala Street convive con la miseria más absoluta de los niños que mendigan, deambulan, duermen en oscuras esquinas...Un barrio donde un milk coffe cuesta lo mismo que una comida completa en Kalopoor, la zona del Orchid Garden, la guardería en la que estoy colaborando estas últimas semanas en Nepal. Mi hotel es de los más baratos, apenas 400 rupias la noche, no llega a dos euros, sencillo y limpio, escondido al final de una pequeña calleja, como muchos otros en la zona, con unos dueños que te tratan como si fueras de la familia, un oasis de paz entre tanto ruido y ajetreo de día y de noche...Allí nos hospedamos voluntarios, mochileros, montañeros, gente joven con las rupias contadas buscando buenos precios a la par que un buen servicio consiguiendo ambas cosas en el Red Planet, que así se llama el hotel...en fin, crisol estrambótico,colorista, multicultural es este pedazo de vida en el corazón de Katmandú, en el corazón del país de las nieves eternas.

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